Civilizaciones hidráulicas: La ingeniería hidráulica que dio forma al mundo antiguo
Autor: Victor Campanate - Data: 23/05/2024
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as primeras civilizaciones surgieron en Oriente Próximo, una región de contrastes entre desiertos y zonas fértiles cercanas a grandes ríos como el Nilo, el Tigris, el Éufrates y el Jordán. La necesidad de mejorar las condiciones de vida provocó la migración de tribus a estas zonas en la prehistoria. Con el tiempo, mejoraron la agricultura y desarrollaron sistemas de regadío, como canales y diques, para ampliar la producción de alimentos. Esto requirió la creación de estados centralizados capaces de organizar las labores de irrigación y agricultura. Esta organización en torno al control del agua y la productividad agrícola dio lugar al término "Civilizaciones hidráulicas".
Mesopotamia

En la región delimitada por los ríos Tigris y Éufrates, que nacen en las montañas armenias y desembocan en el golfo Pérsico, surgió Mesopotamia, una antigua civilización de gran envergadura, correspondiente al territorio del actual Irak. Esta zona, habitada por diversos pueblos y sistemas políticos, fue bautizada así por Heródoto, historiador griego que la recorrió en el siglo V a.C. El término Mesopotamia, procedente del griego, significa “tierra entre ríos”.
La colonización de los valles de los ríos Tigris y Éufrates comenzó alrededor del año 6500 a.C., y las primeras comunidades se asentaron en el norte, donde la agricultura se veía facilitada por la ausencia de graves inundaciones. La región meridional, o Baja Mesopotamia, fue habitada más tarde, tras el desarrollo de técnicas de irrigación por pueblos como los sumerios, acadios y caldeos. Con el avance de las técnicas que más tarde se llamarían de irrigación, se fundaron ciudades importantes, como Lagash, Ur, Eridu y Uruk, en el IV milenio a.C., por los sumerios, a quienes también se atribuye la invención de la escritura cuneiforme, uno de los sistemas de escritura más antiguos. La complejidad de la sociedad mesopotámica queda patente en el uso de la escritura, inicialmente para el comercio y la contabilidad. La correcta división de los canales de agua trajo prosperidad a los mesopotámicos, lo que naturalmente los convierte en la primera civilización hidráulica de la historia.
Valle del Nilo

El valle del Nilo, en el continente africano, es un testimonio del ingenio humano a la hora de adaptar y transformar el entorno para la agricultura.
Aprovechando las crecidas anuales del Nilo, los antiguos habitantes desarrollaron un sistema de regadío que permitió no sólo la subsistencia, sino también el sustento de una población creciente y la formación de sociedades complejas. La transición de cazadores-recolectores a agricultores marcó un punto de inflexión, que dio lugar a la necesidad de controlar las inundaciones y gestionar la distribución del agua.
Los antiguos egipcios, maestros de las inundaciones controladas, crearon presas y canales para regular el caudal de los ríos, distribuyendo el agua y los nutrientes por las tierras de cultivo. Mediante la construcción de sistemas de canales y embalses, garantizaron el riego y la supervivencia de los cultivos, incluso en épocas de sequía, sentando las bases para el avance de las civilizaciones en el valle del Nilo.
China

En la antigua China, el riego era tanto un arte como una ciencia. Desde la época del río Amarillo, los chinos construyeron presas y diques para controlar las aguas y proporcionar un sistema estable para la agricultura.
Eran maestros en maximizar el uso del agua y el suelo, elevando manualmente el agua hasta las terrazas de las montañas y distribuyéndola con eficacia. Con el avance de la tecnología llegaron innovaciones como las bombas de cadena y las ruedas hidráulicas, que ayudaron a la gestión del agua.
El sistema de riego de Dujiangyan es un hito de la ingeniería hidráulica, construido en el siglo III a.C. y aun en uso hoy en día, lo que demuestra la durabilidad y eficacia de estas técnicas. Estas prácticas no solo sustentaron la agricultura china, sino que inspiraron métodos de irrigación en todo el mundo, demostrando la importancia de la adaptación y la innovación en la gestión de los recursos naturales.
Índia

En la antigua India, las técnicas de irrigación eran esenciales para el desarrollo de la agricultura en la región. Hacia el 2500 a.C., ya había pruebas de irrigación en los valles de los ríos Indo y Ganges. Los métodos incluían embalses de agua rodeados de diques, que permitían un control más eficaz del recurso hídrico.
Durante el Imperio Mauryan, que destacó por sus importantes aportaciones a la agricultura, las técnicas de regadío consistían principalmente en el uso de canales, esenciales para mantener la productividad agrícola, incluso a distancia de los ríos. Además, los pozos y las presas también formaban parte del sistema de riego de la época.
Estas prácticas de gestión del agua no solo mantuvieron la agricultura local, sino que también permitieron que las civilizaciones se asentaran y prosperaran, demostrando la gran importancia del regadío para el progreso de las sociedades antiguas.
Américas

Las técnicas de irrigación en las antiguas Américas eran avanzadas y fundamentales para el desarrollo de las civilizaciones que florecieron aquí. Por ejemplo, las civilizaciones Maya e Inca desarrollaron sistemas de riego hace más de 2000 años. Estos sistemas incluían canales y presas para dirigir el agua a las zonas cultivadas, especialmente en las regiones áridas, donde la agricultura dependía totalmente del riego.
Los incas, en particular, fueron maestros en la construcción de canales y terrazas para la agricultura en las montañas andinas. Crearon una compleja red de canales para transportar el agua desde los manantiales de las montañas hasta los campos. Esta técnica no solo permitía regar los cultivos, sino que también ayudaba a evitar la erosión del suelo y a gestionar el flujo de agua durante las estaciones lluviosas y secas.
Además, en Norteamérica, los indios del suroeste ya practicaban el regadío hacia el año 100 a.C., lo que demuestra que la gestión del agua para la agricultura era una práctica muy extendida entre diversas culturas precolombinas.

Estas antiguas técnicas de riego, además de ser un testimonio del ingenio humano y de la capacidad de adaptación al medio, nos permiten comprender la importancia real del riego para nuestra sociedad.
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